MissRedCape80

Rudolf Steiner nos dice que la teoría de los sentidos es el «primer capítulo» de la Antroposofía. En mi trabajo con los niños constituyen uno de mis pilares esenciales. Hoy en día vivimos un momento dorado en la Antroposofía y la Pedagogía Waldorf puesto que la neurociencia ha dado la razón y demostrado muchísimas de las teorías de Steiner, incluyendo la teoría de los sentidos, de los que ha reconocido 10 de los 12 que él postuló.

Nos dice Albert Soesman que los seres humanos somos portadores de un proyecto biográfico que vive en las profundidades de nuestra alma. Todos, llevamos en esas profundidades, nuestra propia biografía. Quizás no esté allí completamente lista, pero sí en potencia y ello constituye el punto de partida de nuestro movimiento, así pues el sentido del movimiento propio, no nos llevaría sólo a movernos por el mundo en un sentido puramente físico, sino que nos lleva a poder movernos en dirección a nuestro propósito, nos otorga libertad personal. Nos «movemos» hacia las cosas, personas y experiencias que sabemos que debemos encontrar, por eso esas personas o experiencias que se cruzan en nuestro camino impactan en cada uno de forma distinta.

Y así sucede con todos los sentidos básicos: tacto, sentido vital, del movimiento propio y equilibrio. Son tan sumamente importantes porque, a pesar de ser puramente corporales, son los sentidos más profundamente espirituales de todos. De los 12 sentidos de los que nos habla Rudolf Steiner:

  • Cuatro sentidos básicos: tacto, vital, movimiento propio y equilibrio. Relacionados con la parte baja del cuerpo, el sistema metabólico-motor, movido por la voluntad humana. Se desarrollan de los 0 a los 7 años.
  • Cuatro sentidos medios: olfato, gusto, vista y temperatura. Sentidos medios, en la parte rítmica del cuerpo, del sentir. Se desarrollan de los 7 a los 14 años.
  • Cuatro sentidos superiores: Oído, sentido del lenguaje, del pensamiento ajeno y del yo ajeno. Relacionados con la parte neuro sensorial, del pensar. Se desarrollan de los 14 a los 21 años.

los sentidos básicos son aquellos que nos van a permitir desarrollar los sentidos superiores o espirituales y que nos confirman aquello de que el cuerpo es el «templo del Espíritu» y que nuestro cuerpo físico es aquello más espiritual que tenemos y nuestro vehículo para acceder a los mundos superiores y a nuestro propósito de vida.

Los sentidos básicos nos enraízan en la tierra y nos hablan ya, desde el momento de nuestro nacimiento, de ese separación del cosmos y de nuestro anhelo, a través de ellos, de reencontrarnos con esa unidad. Nos hablan de la separación y al mismo tiempo de nuestra búsqueda de conexión. De su buen desarrollo dependerá no sólo nuestra constitución física y nuestra salud corporal y mental sino también la capacidad de colocarnos en el mundo, de movernos libremente por él, de poder sentir un estado de reposo y quietud o de reconocer nuestros procesos internos y poder cuidar de ellos. Así de importantes serán aquellas experiencias de tacto, salud, movimiento propio y equilibrio que tengamos en nuestra primera infancia.

Empezamos con el sentido del tacto, el más físico de los sentidos, que empieza en el momento del parto, en ese masaje que vivencia el niño al pasar por el canal y que ya le habla de límites, no de lo que es el exterior, sino de lo que no él no es. El tacto nos habla de lo que no soy, nos habla de esa separación de esa totalidad de la que venimos. Un buen sentido del tacto nos dará confianza y una sensación de YO PUEDO Y YO CONFÍO, encontrarnos con los límites y contornos, nos da seguridad. La falta de límites provoca mucha inseguridad así que a través de este contacto con el mundo y sus contornos, a través de ese contacto con mis seres queridos, a través de ese roce y esa envoltura empiezo a encontrar cobijo y confianza en la existencia. Ser tocado con tacto me permitirá metamorfosear este sentido en el sentido superior del yo ajeno.

«Tener tacto con los demás» nace de haber tenido una buena experiencia en este sentido.

No es casualidad ni capricho que en la pedagogía Waldorf se de tanta importancia a los materiales naturales. En la palma de la mano tenemos un montón de receptores que nos dan información del mundo, todo aquello que palpamos nos informa de lo que es y de lo que yo no soy. Cuando el niño toca materiales naturales recibe muchísima información su entorno, recibe un montón de impresiones que le van a penetrar como órgano sensorial completo que es. El plástico es un material inherte que no aporta ningún tipo de información. Lo mismo pasa con los materiales con los que cubrimos el cuerpo del niño. Las fibras sintéticas no sólo no protegen sino que cargan al niño de electricidad estática y eso afecta al sentido del tacto, lo mismo que el exceso de estímulos o los gritos. Cuidamos este sentido no sólo con nuestro trato físico al niño sino cuidando los estímulos y entorno que le rodea.

El sentido vital o sentido por la vida, es aquel sentido que nos mantiene en contacto con nuestros procesos internos, muy relacionado con el cuerpo etérico. Nos habla de aquello que sucede en nuestro interior y solemos darnos cuenta de su existencia cuando algo «falla». En el bebé cuando tiene hambre, sueño… y luego vamos dándonos cuenta de si tenemos frío, cansancio o si algo no funciona bien dentro de nosotros. Acallar o desconectarnos de este sentido nos lleva a la enfermedad, aunque muchas veces, tras pasar un proceso profundo de enfermedad podemos comprobar cómo la persona ha expandido su corazón y empatía.

Es uno de los sentidos más maltratados que existen, ya que las esperas de los procesos hoy en día son cortados, vivimos en una sociedad que es y pretende anestesiar y ser ajena al dolor y de ese modo no permitimos a la infancia que completen sus procesos, lo que les permite avanzar y reforzar este sentido vital.

A nosotros, seres humanos, nos sería simplemente imposible desarrollarnos si nunca nos encontráramos mal. El dolor, en efecto, atraviesa todas las capas del alma. Por intermedio de este dolor, aprendemos a situarnos en el mundo. Albert Soesman

El cuerpo vital nos mantiene vivos y en realidad está guiado por fuerzas espirituales extremadamente elevadas.

Los niños no viven en el tiempo, viven en el ritmo y es ese ritmo el que ayuda a regular el sentido vital y a mantenerlo sano, entre otras cosas. El sentido vital nos ayuda a preguntarnos ¿qué necesito? en cada momento. No puedo evitar pensar cómo la vida de hoy nos separa de la conexión con este sentido esencial, como precisamente nos obliga a seguir sin poder darnos el cuidado puramente individual de cada uno.

Nos regala el mensaje de «todo está bien en mí».

Con el sentido del tacto adquiero CONFIANZA, con el sentido vital, ESTOY BIEN EN MÍ. Veamos qué nos regalan los otros dos sentidos.

Con el sentido del movimiento propio, somos capaces de movernos por el mundo sin perturbar los otros dos sentidos.

Aunque parezca surrealista, este sentido me permitirá conectar con el sentido de la vida, de mi vida, el sentido del mundo en general y de mi paso por el mundo en particular.

Los niños a lo largo del primer septenio necesitan moverse, y mucho, y muy libremente. No puedo evitar pensar cómo este modo de vida de hoy en día coarta absolutamente el movimiento de los más pequeños y las secuelas a un nivel profundo que esto conlleva.

El sentido del movimiento propio está muy relacionado con el cuerpo astral y con la energía solar y un buen desarrollo de este sentido nos otorga una profunda alegría y LIBERTAD. Superar los límites, correr riesgos, todo aquello que la naturaleza y el contacto con ello nos ofrece de forma natural.

El sentido vital le dice al niño: YO SOY LIBRE.

El sentido del equilibrio nos habla de ese arquetipo humano de erguirnos, de esa verticalidad. Pero para llegar al equilibrio tenemos que habernos podido mover muchísimo. Está relacionado con el sistema vestibular, por eso los niños buscan el equilibrio a través del movimiento y esa activación del sentido vestibular: balancearse, columpiarse, girar sin parar… son trabajos de futuro equilibrio. El sentido del movimiento propio y el del equilibrio están pues, profundamente relacionados.

Este sentido le dice al niño: YO EXISTO AQUÍ Y AHORA. Y le regala calma y quietud interior. No en vano decimos de alguien que no está muy bien, que está «desequilibrado».

El sentido del equilibrio nos permite erguirnos y poder desarrollar el habla y el pensar. No es hasta que el niño se pone de pie que se liberan las fuerzas para desarrollar estas dos capacidades esenciales y características como seres humanos.

El equilibrio me orienta de tal manera en el espacio que luego encuentro un equilibrio en el mundo. Michaela Glöckler

Así de importantes son los sentidos básicos para nuestro desarrollo como seres humanos completos y arquetípicos. Este post es un resumen de la charla que di el domingo pasado. Si te apetece profundizar más sobre el tema, puedes escribirme y adquirir la grabación. Si te parece que le puede servir y ayudar a alguien puedes compartir el post y así apoyarme para que pueda crear más contenido como este.

Gracias por leerme,

Malka

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *